5 de Febrero del 2018
Debate del segundo Capítulo del "Antimanual de filosofía" de Onfray
Docente: Marco Antonio Restrepo
Por: Natalia Bedoya
La clase empezó a las 12:30 pm con la actuación del docente al dirigir al grupo para hacer silencio y escuchar el protocolo de la clase anterior, del cual Sara Hernández estaba encargada. Hecho esto hizo algunas correcciones del mismo y aclaró pequeñas confusiones que habían de parte de varios estudiantes respecto a cómo se publicaba el documento en su página web institucional, y anunció el inicio del debate con el equipo encargado de la exposición del segundo capítulo: Iris.
Juan Pablo Restrepo comenzó el certamen dando un resumen del capítulo. Sus palabras fueron más que todo alusivas a la importancia que tiene quien hace el arte, el trasfondo que hay en cada obra y la superficialidad que se nota en las críticas de las obras, pues todo esto llevaba a la necesidad que recalca el autor en la importancia de un descodificador.
Valeria Coral intervino a través de un ejemplo de la situación que involucraba la pintura de La mona lisa, para que Sara Hernández prosiguiera a hablar respecto a cómo había respondido el equipo a la lectura y a lo que se había decidido poner en discusión.
Anthony Quintero: Realizó la primera pregunta como espectador: “¿Entonces cuál es el objetivo de la lectura de acuerdo a la forma en que aprendemos a observar el arte?” A la cual Sara Hernández respondió basándose en La Teoría de las Ideas de Platón.
Sara Hernández: Respecto a una de las tantas preguntas que comentó el docente, “¿Qué entendieron ustedes por la función del descodificador?” Argumentó que había dos tipos de descodificador: El Descodificador a partir de las experiencias, y el descodificador Académico. Y dijo que la interpretación del arte siempre se ha vinculado con la experiencia, y cuando es tan absurda es porque en la fama intervino lo que se hizo exteriormente para conseguirla.
Marco Restrepo: A partir de la comparación que hizo Sara ante la Teoría de las Ideas para responderle a Anthony, el docente decide poner el tema en discusión lanzando una pregunta: “¿Qué piensan sobre la comparación/afirmación que hizo Sara respecto a la teoría de Platón?” Para terminar aclarándola él, diciendo que la idea no tiene nada que ver con la interpretación que le damos en la realidad, a la que accedíamos por medio de los sentidos. Y reanudando el tema de la lectura empezó a hacer comentarios intentando explicar que la crítica del autor se refería, entonces, a la disfuncionalidad que encontraba en la interpretación del arte. Haciendo mucho énfasis en que este fue convertido en un negocio, es decir, en un mercado, y desde qué punto empezó esto, pues había productos en masa que pretendían presentarse por arte. Hizo un paralelo respecto a la admiración de este antiguamente y contemporáneamente, y utilizó varios ejemplos (como la música), la mención de nuevas corrientes artísticas (como el Arte Kitsch), protagonistas de estas ( como el grafitero) y filósofos (como Kant) para finalizar cuestionando: “ Entonces ¿Si es arte lo que nos venden? y ¿Qué es el arte”? , así, lo segundo abrió paso al resto de la discusión.
María de la Paz: Su opinión se fundamentó en que cada quien puede sentir qué sobre cada cosa. Así, no era para ella obligatoria la teoría, pues ¿por qué sería necesaria si hay sensibilidad? Sin embargo, toma esta como un extra.
Mateo: Refutando lo dicho por Paz, él se basó en la música para recalcar que lo teórico es un pilar primordial a la hora de interpretar el arte, pues es fundamental saber para ejercer.
Juan Pablo Restrepo: Para argumentar su opinión, se apoyaba en el sentir. Como el arte no está definido, igual que muchas otras cosas, como el amor, le gustaba tomarlo como algo que habita en cualquier cosa dependiendo qué sienta cada quien por la misma. Pues para él el sentir es el arte.
Alejandro Zapata: Concluyó con su opinión, la cual enfocó hacia las percepciones. Haciendo alusión a Kant, razona que como tenemos percepciones de acuerdo a un objeto, que las producen los olores, los colores, entre otras; el arte es propio de cada quien, pues lo creas a partir de lo que percibes.
CONCLUSIONES:
Mi posición no defiende ninguna de las dos posturas. Para mí es supremamente importante tener idea de lo que estoy viendo, de lo que estoy hablando, sin embargo no creo que no saberlo, me prive de disfrutar tanto un obra. Entonces supongo que va en cada quien preocuparse por alcanzar lo que es suficiente para sentirse preparado en ello. Entonces, en esta situación que es más general, pienso que puede ser admirado de las dos formas, pues no están interviniendo mis necesidades personales.
Yo digo, puedes pararte en un museo ante una obra y conocer qué tipo de pintura es, identificar el autor, y las demás cosas que te permite disfrutar la teoría. O puedes pararte en un museo ante una obra y verte cautivado simplemente por lo que te hacen sentir los colores, o porque lo relacionas con cualquier otra cosa importante. En cualquiera de los dos casos se corre el riesgo de que nuestra atención no sea llamada, así también, en cualquiera de los dos casos no se debe desmeritar el contrario, pues no se conoce. Quien se detiene y piensa delante de una representación artística, la crea tanto como su autor. Si el caso es el primero, quienes piensan lo contrario no pueden solo decir que no vale la pena conocer y saber descifrar, o que el hacerlo no significa una ventaja, no aporta a sus vidas. Si es el caso del segundo, quienes piensan lo contrario no deberían desmeritar, sino incitar, hacer del descodificador un apoyo cuando el contacto con la obra es vano.
En cualquiera de los dos casos, es decir: 1) que se trate de lo que yo creo que necesito saber o, 2) lo que en general se diga que se requiere saber, para contemplar una obra, debería primar el darle importancia a lo que para el otro es importante.